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El dolor aparece como consecuencia de la estimulación de las terminaciones nerviosas sensitivas, quizá como una consecuencia a la distorsión de la membrana que las recubre. Esta deformación puede estar ocasionada por el frío, el calor, la electricidad, por presión, golpe, o por espasmos musculares o arteriales, entre otras causas.

Además, el dolor es frecuentemente reflejo y no necesariamente la parte dolorida ha tenido que sufrir una agresión. Una lesión cardiaca producirá un dolor agudo en el antebrazo, mientras que si el origen está en el diafragma lo acusaremos en el hombro o en la fosa ilíaca.

Carácter del dolor

  1. Hay que distinguir si le impide o no realizar sus labores cotidianas.
  2. Si es continuo o una ligera molestia alterna.
  3. También hay que valorar cuándo apareció por primera vez, su duración total y cómo se distribuye durante el día.
  4. Si aparece en forma de brotes, con intervalos cortos o largos, o de manera permanente. La aparición brusca de un dolor en una persona sana puede indicar hemorragias internas, perforación visceral, pancreatitis aguda o cálculos renales y vesicales. El dolor diurno que se repite todos los días suele producirse por motivos digestivos y puede alternarse con periodos de tranquilidad, como ocurre en la úlcera péptica.
  5. Es punzante, opresivo o tan intenso que obliga a retorcerse.
  6. Si se localiza en el estómago o en los intestinos.